FAMOSOS EN CÁDIZ (La Voz, 1-08-12)


Estamos en la tierra donde todas las civilizaciones que han tenido importancia en la historia han dejado simientes (o al menos lo han intentado), y por aquello de que al final uno vuelve a casa por navidad y en Cádiz navidad es todo el año con sus regalos eternos de sol (elija playa), gastronomía (elija restaurante) y arte (elija tablao), muchos gaditanos de adopción, gente de pro, emigran al equinoccio español, allí donde la luz es más plana. Y claro, uno sale y se los encuentra. Estaba ayer sentado en un banco del juzgado provisional de la ciudad de San Roque («Donde reside la de Gibraltar») esperando –dos horas– a entrar a una vista cuando, imagínense, observo una figura delgada aunque atlética, de media altura, barbita de varios días y pelo largo engominado hacia atrás. Uno de tantos foráneos que plagan nuestras costas trimilenarias en julio y agosto. Pero Inma (mi contraria), que estaba sentada en el banco a mi lado, me dice que le suena. Y yo le digo que me suena también. Y me dice: para mí que es el del caso Gürtel. En menos tiempo que un banquero abre un depósito a un anciano saqué mi ipad y busqué en donde ya imaginan: «Francisco Correa». Y hete aquí que aparece el mismo señor, con su barba canosa, su barbilla afilada, la pinta de manejar billetes morados y el pelo engominado para atrás. «Supongo que echa unos días en Sotogrande», digo.

San Roque, «donde firman los imputados», parecía decir la canción. Efectivamente, nos dijo un amable Guardia Civil: viene a firmar todos los días. Vaya incomodidad la Justicia, oigan: está la gente criticando la prisión de Antonio Fernández y el Sr. Correa tiene que levantarse por las mañana cada día, echarse su mascarilla y usar su gomineitor machine y coger el seiscientos para plantar su firma y volver a sus ocupaciones piscinoides y barbacoíles sotograndiles. Y que lo disfrute, que lleva un añito que para él queda. Igual que el que lleva el soriano Jesús Posada que ha sido visto ayer en los dominios de la familia Córdoba, concretamente en ese magnífico remanso de paz que es el Restaurante «El Faro», donde, acompañado de sus allegados, que el Presidente popular del Congreso de los Diputados (tercera autoridad del Estado Español) imagino que habrá disfrutado del delicioso arroz negro con alioli, marca de la casa. O el del Señorito. Que es el que por fin ha debido tomar el nuevo por fin Delegado por fin del Gobierno por fin de la Junta de Andalucía, el isleño por fin Fernando López Gil, quién después de dos meses de espera, de congresillos, asambleas, congresos, presidencias y demás charangas de partido, ha recibido premio a su trabajo en el organigrama socialista y sus resultados electorales en el municipio de la Isla de León. Se ha quedado Fernando con la espinita clavada de la alcaldía, pero, por la cuenta que nos trae, le deseamos un exitoso cursus honorum.

Enrique Montiel de Arnáiz

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