CHICLANA EN AMARILLO - La Voz 23-05-12
CHICLANA EN AMARILLO
El Castillo de
Sancti Petri es un baluarte defensivo sito en el islote del mismo nombre que se
erige en el antiguo templo gaditano de Hércules. Treinta años atrás, el
Castillo estaba arrendado por infinidad de ratas de pícaros ojos rojos, a la búsqueda
del pinchito perdido en la barbacoa huidiza. Esas roedoras que admiraban,
espectadoras inéditas, el crecimiento de las poblaciones cercanas, vieron la cimentación
del paseo marítimo de la Barrosa, los campos de golf, el Novo Sancti Petri y
los hoteles de lujo. Esas ratas chirrían hoy al ver cómo el PVRE le cobra un
pacto de gobierno a Ernesto Marín, alcalde de Chiclana, bajo amenaza de apoyar
una moción de censura socialista. Dicen.
Treinta
años atrás, la Isla de León no era igual: Bazán tenía bazaneros, el Juzgado,
jueces y los polvorines de Fadricas guardaban pólvora. Camposoto, virgen y la
Semana Santa, espléndida. Hoy, Navantia y el Hospital de San Carlos apenas se
sostienen y el Palacio de Justicia da grima; luchando todos por no ser cerrados
cada día. Por el contrario, José Loaiza, alcalde de San Fernando, parece haber
desbloqueado al fin el asunto de los Polvorines y Punta Cantera, mientras la
playa se inunda de isleños que, bamboleándose entre las olas, hablan de su
espléndida Semana Santa y de que el mes que viene se les acaba el subsidio.
Dicen.
Esto
no ocurre en la Banda y el Lugar. Mucho antes de que en la Isla robaran al
pueblo ocho millones de euros los sucesivos gobiernos socialistas chiclaneros
desde 1983 hacinaban polígonos empresariales, potenciaban el comercio local y
facilitaban la construcción ilegal de viviendas “en amarillo”, es decir, en
zona contemplada como urbanizable dentro del futuro PGOU. Esa permisividad supuso
votos y por votos quiero decir compota de burbuja, especulación y corrupción. Y
por corrupción quiero decir riqueza. No hubo en la Barrosa, como en Camposoto,
ecologistas que impidieran la construcción de chiringuitos u hoteles en el
interior de la linde del demanio marítimo-terrestre. Muchos chiclaneros se
hicieron de dinero gracias al desarrollo urbanístico de su territorio, lo que
trajo consigo la Operación “Obra Nueva”, la construcción ilegal, el delito
contra la ordenación del territorio. Y 40.000 viviendas “regularizables”.
Dicen.
Desconfío por
antonomasia de los partidos políticos y más aún de los que buscan un solo
objetivo específico en vez del bien general de sus ciudadanos; y más-más aún
cuando teleológicamente aspiran a la convalidación de la ilegalidad. El Popular
Ernesto Marín ha pactado la construcción “en amarillo” de su gobierno con las concejalas
del PVRE, que quizás edificaron sus casas ilegalmente en terreno rústico, aliándose
con ellas sin el más mínimo ápice de la dignidad que se le presumía. Y por un
trono. Ni siquiera por un Castillo. Dicen.
Enrique Montiel de Arnáiz
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