ACÁ ARRIBA
Cinco días. De cinco, tres días han sido de sol, gaviotas, una leve y fresca risilla que envuelve como un echarpe los pensamientos del navegante sin barco, el personaje que cimbrea edificios y divaga mientras pasea, de arriba a abajo, un paseo eterno y marítimo. Los dos que llovió se dedicó a sí mismo, a aburrirse de uno mismo, a pensar en los porqués de interrogantes que ni siquiera había empezado a sospechar. Se protegió con un pequeño paraguas que había cumplido mas de una década de los dardos solidarios del chiribiri y una gorra de lana le humedecía los cabellos con la melaza cálida del sudor. Hacía calor, un diminuto mucho, calor bajo la lluvia, durante dos días infernales en los que pensó en el devenir de su vida.