SPIDERMAN SALVÓ A RAPUNZEL (La Voz 27-06-12)

Llegó y pasó San Juan, sometido a las hogueras de antaño. Valientes saltimbanquis que tratan de separarse de sus sombras bailando al son del solsticio de verano. Las ascuas sin sardinas que queman nuestros miedos e infunden energía al dios sol, que ha de venir. La ceniza mágica se cierne sobre nosotros en un tupido manto celestial, mientras los niños, boquita abierta y ojos redondeados por la sorpresa, disfrutan de las danzas y las chispas, deseando arrojarse sus cuerpos al agua roja, a la mar que arde.

Dos niños atestiguan las lumbres y serían como cualesquiera otros si no fueran mis niños, los que tengo que acostar en días sueltos tras narrarles un inventado cuento de cómo Spiderman salvó a Rapunzel del oso malvado que no llevaba calzoncillos. Son ajenos a lo bueno y lo malo, su universo es finito. Son dos niños como los de usted, despiertos, preguntones, insomnes. No tienen ni idea de por qué nuestro rescate bancario parece inevitable; ni de por qué el PSOE recurre al Constitucional la amnistía fiscal que en su día propusieron y aplicaron ellos mismos. Desconocen, gracias a Dios, de la inmensa tristeza amarilla: tantas y tantas lágrimas que se derramaron en el reformado Estadio Carranza ante la impotencia de los jugadores, destrozados. Y tampoco tienen remota idea de la alegría azulina, causada por el ascenso de un fénix renacido llamado San Fernando CD, al que un Presidente, hoy ya defenestrado, dotó de la máxima ilusión y fondos. Gracias a Pina y a Tréllez los equipos de la bahía disputarán dos duelos la temporada que viene, si es que hay temporada que viene.

Los niños me exigen el cuento. Porque Spiderman no sabía del mal que acontecía a Rapunzel. Su trabajo es colgarse y descolgarse por entre las estrechas calles que van de la Catedral a la Aduana; trepar ágilmente las cornisas de San Antonio y coronar el Teatro Falla. Los niños, en trámite de dormirse, no entendían ni de San Juan ni de San Fernando López Gil, sólo saben ser niños, que es su trabajo (como el de Spiderman es salvar princesas en apuros). Ningún infante pensó en ilegalizar a Spiderman por no condenar la violencia: “es un superhéroe alegal, un tipo alejado de la heterocompositividad”, dice mi pequeña. “Un donnadie”, apunta el varoncito.

Y les narro, pasada ya la noche de San Juan, que Rapunzel es militante del PSOE, con carnet rojo y todo. Sus largos, longos cabellos rubiales, penden con elegancia. Rapunzel es hija de la casa del pueblo, no entiende de Pizarros, Cabañas, Quiroses o Araujos. Sólo desea salir de su torreón, descolgarse y volar, volar más allá. Rapunzel es sanluqueña y sabe que nadie contaba con ella pese a que ahora. Los niños, apenados, piden el final del cuento y el the end no llega. Este martes era, el que viene. Y el nombramiento no llega. Pero el oso. No tiene calzoncillos. Los niños ríen y se duermen. Fin.

Enrique Montiel de Arnáiz

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