BANKIADIZ C.F. (La Voz - 6-06-12)

BANKIADIZ C.F.

   
    Dice el hombre que vendimia que si dieran a todos los seres humanos un euro al cabo de los años volverían a existir ricos y pobres, como hoy día. Y seguramente alguno de los pobres vestiría de amarillo, cantaría a Manolito Santander y guardaría sus ahorros en las oficinas de Bankia. Le pregunta el Profeta: “¿Qué queréis salvar, a vuestra Caja o a vuestro equipo?”. El eterno retorno al panem et circenses. Y el hombre que vendimia, que sólo tiene de gaditano la hija que le robaron no entiende nada. ¿Pretendéis nacionalizar una entidad privada? “¿El Cádiz C.F.? ¡Es un B.I.C!” Para el gaditano el Cádiz es como el Falla, más importante que el comer. Y la Alcaldesa lo sabe. Y Carlos Díaz, antes de. Por eso que en 1981 se firmó el Convenio que cedía el estadio Ramón de Carranza al antiguo Mirandilla. Y hoy sus dirigentes regatean a Martínez: Te arreglo Tribuna y te indemnizo el lucro cesante de los que no han podido disfrutarla mientras duraba la obra. “No. Queremos más”. Normal que la gente se indigne, pero mucho. Quién se ha creído que es el Gobierno para rescatar a Bankia, la antigua Caja Madrid, con dinero de nuestros impuestos robado a la casilla de la Ecclesia. Gallego tenías que ser, Rajoy.
   
    Et si Mágico saliera a Bolsa, el IBEX 35 remontaba a puestos de salvación, con Espárrago desgañitado en banda. Y entonces lo gaditanizábamos (a Mágico, no a Espárrago). Pues qué sería Cádiz sin el Cádiz: espejo sin reflejo. Pero amigo, que el Gobierno rescate una Caja es harina de otro costal, dulce sin castaña. Y por qué. Porque Conde caía mal. Porque Botín cae bien, de un quinto. Porque los Ratos abandonan el bankio que se hunde y la gente comenta su finiquito. Más nadie analiza. Porque si ese tal nadie analizara vería las consecuencias lineales del hundimiento de Bankia: cuatrocientos mil españolitos verían esfumarse sus depósitos y, como en la memorable escena de Mary Poppins en la que no dejan sacar al niño el centavo de su cuenta y provocan la ruina del banco (era inglés, se joda), veríamos pasar camino del Estado a miles de clientes comiéndose sus tarjetas de débito y crédito con salsa ali-oli; sacando sus fondos en manada y hundiendo la Caja camino del fondo arenoso -y calcáreo- del mar bancario.

    Pero  gaditano que se precie paga impuesto cadista. Pina y Muñoz van ahora con aires de Travolta al Consistorio, a pedir la limosna de todos a Teófila. Venden que el Cádiz C.F. es cultura, es  patrimonio histórico-artístico de la ciudad, es lo poquito de ilusión que nos queda a los que zozobramos en los mares del descenso (a la crisis). Elige, gadita, Bankia o el Cádiz, solicita el Profeta. Y el viñero coge aire con fuerza para entonar su circense respuesta: “Cáááááááááááádiz. Cáááááááááááádiz”. El eterno retornar, como ya dijimos.

    Enrique Montiel de Arnáiz

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