CALATAYUDADAS
Sin proponérselo, José -el nombre es ficticio- ha sacado los colores a todo el sistema educativo y de servicios sociales. Inexplicablemente, ha sorteado los controles que se supone que existen y ha llegado a los 17 años sin saber leer ni escribir, una afrenta para un país, España, en el que la enseñanza es obligatoria hasta los 16.
José nació en una localidad almeriense, después parece que pasó su infancia y pre adolescencia en la ciudad catalana de Reus y, finalmente, recaló en un municipio del norte de la provincia de Granada, en el que, al día de hoy, sigue residiendo junto a su padre.
Allí ocurrió el incidente que ha servido ahora para destapar su increíble y lamentable caso. El muchacho se apoderó de una perrilla que deambulaba en un corral. Le gustó el animal y se lo quedó. Pero cuando sólo se había alejado unos 50 metros del 'lugar del crimen', fue interceptado por el dueño del can, que exigió al chaval que se lo devolviera. José accedió de inmediato. Luego contó que había amarrado a la perra -valorada en cien euros- con su cinturón y que no lo recuperó. Un episodio a medio camino entre la ternura y el patetismo.
El joven fue acusado de una falta de hurto en grado de tentativa y fue juzgado hace unos días. Al inicio de la vista, Emilio Calatayud -titular del tribunal de Menores número 1 de Granada- se percató de que allí había algo que no funcionaba como debiera. Así que pidió al chico que buscara su nombre en la lista de los juicios de esa jornada. José no pudo hacerlo. No sabía leer ni escribir.
Escandalizado, el jurista pidió explicaciones al padre del procesado. El hombre aseguró que, de donde el venía, había «otros muchos» con las mismas carencias educativas que su hijo. Igual que hizo hace casi una década en un caso prácticamente idéntico, el juez Calatayud -en una sentencia de conformidad, es decir, aceptada por el propio chico- ha decidido ahora condenar a José a alfabetizarse, a aprender a leer y a escribir y a manejar las cuatro reglas de las matemáticas. El muchacho tiene seis meses para intentar ese objetivo.
Cuando pase ese plazo, deberá comparecer ante su señoría para demostrar sus avances.
Además, Calatayud ha decidido enviar oficios a la Junta de Andalucía y al ayuntamiento en el que reside la familia para poner en conocimiento de dichas instituciones que, «a estas alturas del siglo XXI», todavía hay personas que llegan a la adolescencia siendo analfabetas integrales. «Para mí es algo inconcebible y que debe avergonzarnos a todos. A mí, desde luego, me avergüenza. En 2000 condené a otro chico a leer y a escribir, pero creía que ya era algo superado. Se ve que no», declaró el magistrado. El Ayuntamiento de la ciudad catalana de Reus, donde al parecer vivió José durante años, también recibirá el correspondiente escrito del juzgado granadino.
José y su padre, según los informes oficiales, habitan una casa sin baño que le ha sido cedida por el ayuntamiento del pueblo en el que residen. En la zona en la que está esa vivienda, hay otras cien personas. La práctica totalidad de ellas tiene antecedentes policiales. Cuarto mundo en estado puro.
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Pero también venían jóvenes, de veintipocos. A estos no les dolían prendas decir abiertamente que no sabían leer ni escribir. Y durante el tiempo que trabajé allí, no fueron ni uno ni dos, precisamente. A los más viejos, al menos, les quedaba la vergüenza. Los jóvenes, ni sabían ni ganas tenían.
Ana, alguno habrá fingido no poder ver bien para que le tomes la mano y le ayudes a dibujar la firmita... LOVE IS IN THE AIR!!