CABALLO DE TROYA - La Voz de Cádiz-ABC 21/06/2015
@montieldearnaiz
Me digo: Enrique, sé paciente, dales una oportunidad que todos son, hemos, han sido jóvenes y la juventud carga de dinamita la sangre y de pulsiones los pensares, y me digo, si acaban de amerizar: piden cien días de cortesía y pienso, qué cien, démosles 365 días, de afecto, esperanza y morfosintáxis, por razones que tienen nombres (Lalo Medina, Eulogio García Romero, Isidro Jiménez, J.G. Mesa).
Hasta me descubro simpatizante de Teresa y Kichi, que sí, que se ve a leguas que les cambiaron los temarios mientras sus años de liberados sindicales y que van a tener que estudiar ahora, mucho, otra vez, y rodearse de asesores que cobren poquito y rindan muchito, pero me da igual. Y entonces veo o no veo la bandera de España a la orilla del cielo de Cádiz, los imperativos legales hasta que cambien la Constitución en la que se caga el que la jura y la pleitesía al líder Iglesias. Observo cómo se ciscan en esta dictadura democrática y recitan a Lorca por las calles de Manhattan - «hay que cambiar el sistema desde dentro»- y me vienen al recuerdo los sans-culottes, los reyes trinchados por guillotinas veloces, los antidisturbios flamígeros, la sonrisa triste de Irene Villa, las tetas al aire de quien intolera -ahora y en el 36-, el padre de Marta reconviniendo a la jueza alcaldesa por la crueldad de sus cachorros, y me digo: oye, Enrique, son tuits de hace años.
Quizás en esa época eran unos hijos de puta y ya no, puede que la responsabilidad y el amor los amanse, que les seque el ansia de sangre, que los buenos líderes velen por todos como dicen que van a hacer, y me digo: sé paciente, dales cuartel, que en todos los rebaños hay ovejas de dos colores y al final el sistema las depura y acaban acompañando a la hogaza de pan y a la salsa en el plato, que puede que no tengamos que recitar a Brecht y todo vaya a mejor y así, me digo: Enrique, no tienes prueba indiciaria de que que los antisistema se hayan infiltrado en el sistema, de que nos hayan colado un caballo de Troya mayúsculo. Y aunque no quiero, me digo: no ni ná.
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