LA CARTA - LA VOZ DE CADIZ-ABC 8-03-2015
LA CARTA
Montiel de Arnáiz
@montieldearnaiz
A veces es nuestro propio carácter, el modo intrínseco de hacer las cosas, lo que nos hace ser previsibles y perder. Es fácil anticipar nuestros movimientos para que el adversario nos descabalgue. Estamos atrapados por nuestro pasado, como aquella película de Brian de Palma, y no podemos sino remar en una sola dirección, adelante, siempre adelante, hasta el infinito y más (fracaso) allá. Digo esto pensando al mismo tiempo que cuando una cosa funciona lo mejor es no tocarla, ergo cuando se toca es que no funcionaba. Resulta higiénico abrir ventanales para que corra el aire fresco, que se limpien las estancias hedientas o, al menos, que lo parezca; que lo que llega es nuevo y trae vientos de cambio, ideas distintas: lo que se llama la renovación, o regeneración.
El PSOE movió ficha antes, como si le hubieran soplado el próximo movimiento del caballo de ajedrez, y nos vendió una renovación llamada Susana Díaz, que parecía que acababa de aterrizar en casa de la abuela huyendo del lobo malo, con zapatitos nuevos de charol, ajena a Fernández, Zarrías, Chaves y Griñán. Vimos después al PP-A dar pasaporte a Javier Arenas por un joven y sonriente Moreno Bonilla, al que todos abocan a un traspié electoral que, en realidad, no sería culpa suya, sino de su partido y del auge de otros alternativos -Ciudadanos, UPyD, Podemos-, potenciadores del declive de los tradicionales.
Me recuerda todo esto a aquella película que comenzaba con la carta que entrega el ex presidente a su sucesor: “La primera vez que te equivoques di que acabas de llegar al cargo, la segunda échame la culpa a mí y la tercera escribe una carta como esta”. El PP comenzó su campaña preelectoral en la provincia de Cádiz mostrando la importancia que le da, con los pesos pesados del partido paseando por nuestras calles. Aquí estuvieron Mariano Rajoy, Antonio Sanz y José Loaiza junto a los jóvenes Juanma Moreno y Ana Mestre. Parece que los populares han percibido que para evitar el fracaso electoral deben orquestar un cambio regenerativo, aire nuevo; que los cargos anquilosados y eternos, los que llevan más de veinte años en puestos de dirección, se jubilen.
Como Esperanza Aguirre, que sigue resistiéndose a entregar su carta.
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