ARTURO Y AURELIO - La Voz de Cádiz 12-11-2014
ARTURO Y AURELIO
Montiel de Arnáiz
@montieldearnaiz
Fracasó
ya el 9N, por mucho que diestros en demagogia trasnochada brinden con cava no
extremeño. No hay más ciego que el que no quiere ver ni más listo que el que se
hace el tonto pero aquí no hay invidentes vendiendo paguitas para toda una
vida. Tras las últimas elecciones dejamos a Arturo rendido en la lona, a punto
de caer, asido a las pitas del cuadrilátero, sin vaho, la mirada perdida en el
infinito que ya no incluía un presidente de una república llamado Arturo.
Aurelio tomó
fuelle, sabedor de la diferencia entre un listo-tonto y un tonto-listo. Se dejó
conocer, saliendo hasta en la sopa con esa vocecilla lloriqueadora que se le escapa,
como de infante que ha desvirgado el jarrón Ming de la abuela. “Sólo quiero que
me dejen decidir”, sonaba el letánico mantra, la vieja técnica para vender
discos de música, explotada hasta el delito por el reggetón: repite el
estribillo hasta que no se lo saquen del cerebro.
Arturo
y Aurelio dejaron aparcada su amistad hasta 2015 por culpa de una hembra, la
justicia española. Se pusieron sus máscaras de salvapatrias, de remedos
braveheartianos de un condado con ínfulas de reino, y se lanzaron al encuentro
de la independencia empuñando un émbolo mortal que sólo insufla heroína a las
venas del difunto, que es Mariano, quedado en entredicho por su capacidad de
acción (o sea, su inacción). Si no puedo hacer un referéndum, hago una consulta
y si tampoco, abro un grupo cerrado de facebook y ya veré a quién invito. Este
es el nivel: menos diez.
Arturo
sufre siendo delfín de un confeso. Niega tener cuentas en el extranjero y
muestra siempre su sonrisa de sobrado allá donde aparece. Sabe perfectamente
que sólo persistirá en su dominio agarrado a las asas del tren estelado y que,
llegada la última estación, le espera el revisor. Y tiene puñetas. Aurelio, en
cambio, es temible. Carece del don de la oratoria –puede que sí del sofismo- y
la naturaleza le debió adiestrar sobre cómo soportar la crítica y la burla.
Carismáticamente hablando, está a la par que Mariano. O sea. Pero se las sabe
todas o no habría llegado ahí.
Espero
verlos pronto imputados a ambos, declarando ante un juez predeterminado,
contándole esas patrañas que los votantes nos tragamos. Se producirá un grave incidente
de comunicación: los políticos hablan un lenguaje que los jueces no entienden.
Arturo y Aurelio, sin embargo, no tienen más culpa en su actuar que su ansia de
poder y relevancia histórica. El verdadero culpable es otro, el que cree que
todo se arregla solo. El que ha hecho menos malo a Zapatero.
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