MIGUEL SEBASTIÁN (La Voz - 6 de marzo de 2011)
MIGUEL SEBASTIÁN
Suena en Mezzo el “Don´t worry, be happy” adaptado a las cadencias brasileiras por un buen grupo en el festival “Jazz à Vienne” de Lyon, con un anfiteatro repleto de gente que no conoce a Miguel Sebastián, ni le importa. Yo tampoco lo conozco personalmente y tampoco es que me importe pero voy a hablar de él porque está siendo la voz cantarina en esta época del post-zapaterismo. La primera vez que escuché su nombre fue en las elecciones a la alcaldía de Madrid, en las que se enfrentó a Ruiz-Gallardón. En un momento de la campaña aludió, insinuó, maldijo, respecto a la presunta relación del rival con una señorita, al parecer imputada en el “Caso Malaya”. Me pareció una jugada fea y sucia por lo que desde entonces me apunté el nombre de este afamado profesor (en excedencia) de Fundamentos del análisis económico de la Complutense, hoy ministro de algo.
Pero le perdí la pista. Parece ser que volvió a la Universidad, que lo acogió con los brazos abiertos. Y llegaron los brotes verdes (a sensu contrario). Y el Presidente Rodríguez lo llamó a filas. Y seguí perdiéndole la pista; hasta hace pocos días no sabía lo que hacía con su cartera. Fue entonces cuando el artículo de la semana pasada y el límite a los 110 kilómetros por hora que se le ocurrieron a Rubalcaba, dicen, yendo en coche al “canutazo” (Pepe Contreras dixit). No sé bien qué incidencia concreta tuvo ahí Sebastián pero salió en los periódicos, afloró a la vida. Se transfiguró ante las críticas de Fernando Alonso, conductor de automovilismo y uno de nuestros deportistas más importantes e internacionales, que dijo que en autopista, a esa velocidad, uno se quedaba dormido. Le salió ahí la vena chirigotera a Sebastián y soltó un “bastinazo”: en UK la velocidad máxima son 110 también y Hamilton no se queda dormido. Qué arte, Migué, que arte, picha, tirarle con bala a nuestro mejor conductor. Y el que no diga olé que se le seque (el brote verde de) la yerbabuena.
Y sin darse cuenta de que cuando habla sube el pan y que estamos en período de ahorro energético y panificador, Miguel Sebastián ha venido ahora a imitar las técnicas de Mourinho al sacar a la palestra la hipocresía y el nacionalismo catalán del FC Barcelona. Según dice, este club se negó a aparecer en una campaña del Ministerio de Turismo que tenía por lema “Visit Spain, visit Barcelona”, con imágenes del laureado equipo culé. ¿Qué el Barça se niega a ser imagen de España? ¿Que no se sienten españoles? Eso no me lo puedo callar, diría muy en su línea el prudente profesor Sebastián. Con la que nos está cayendo.
Enrique Montiel de Arnáiz
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