La Feria del Libro y la metanovela

Ha sido mi primera Feria del Libro en Cádiz. Como autor, claro. Como lector han sido innumerables las ocasiones en que he paseado sus casamatas. Del año pasado a este mi vida literaria ha cambiado mucho. De publicar relatos en una revista doce meses después me he visto firmando ejemplares de mis Bulerías Nazis con tres librerías de la capital: Falla, las Libreras y Quórum.

Reconozco que me daba un poco de respeto la idea de verme sentado en una mesa llena de libros y que la gente pasara por mi lado sin mirarme. Por suerte no ha sido así y mis firmas me parecen un resultado decente, más aún teniendo en cuenta la cantidad de ejemplares ya firmados en las presentaciones de Cádiz y San Fernando de un mes atrás. 

 En este año he empezado a ver un ambiente, en ocasiones solidario y en otras cainita, que no ha dejado de sorprenderme. Yo, que navego en las aguas negras de la competitividad que surca la abogacía no puedo sino tomarme a broma y divertirme con las luchas de egos, las envidias, bipolaridades, ratonerías y las dobles caras de la literatura provincial y provinciana.

Por suerte he descubierto también un generoso grupo de buenas personas que me han brindado su amistad y/o simpatía. Gente que, mediando o no un enemigo común, da un consejo o lo recibe con alegría y desparpajo. No ponemos en una balanza la calidad, el número de publicaciones o los royalties percibidos sino un misterioso y maravilloso a la vez sentimiento de solidaridad gremial. 

En un año he pasado de un lado al otro de la mesa de la Feria del Libro y, en estos doce meses he conocido mucha literatura, buena y mala, y sobre todo una gran cantidad de personajes para una novela. O una metanovela. 

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