FACHA EL QUE LO LEA (La Voz - 27-02-11)
FACHA EL QUE LO LEA
Seguro que ha sido la decepción. Miles de ciudadanos se han levantado enfadados esta mañana con la noticia de las medidas gubernamentales de limitación de la velocidad en autopista y autovía por razones de ahorro energético. La bajada del límite máximo a 110 kilómetros por hora, de manera temporal pero sin plazo determinado, les ha cogido con la guardia baja y el mentón desencajado. Y digo que es la decepción porque lo que la gente transmite en la calle, mientras tapea en “La Mariquita te Jarta”, degusta en “Casa la Titi” o cena en la “Venta de Vargas”, es todo lo contrario: lo que desean los ciudadanos es que aumente el límite máximo a 130 kms/h como en Europa. Los argumentos apuntan a coches con más y más potencia, carreteras cada vez más y más oceánicas y mecanismos recaudatorios –también llamados radares- jóvenes aunque sobradamente más y más preparados para que todos ayudemos a salir de la crisis a golpe de más y más talonario.
Y ahora nos cuentan esto entre Rubalcaba y Sebastián y nos quedamos como mustios, ahítos y aplatanados, maldiciendo en lenguas muertas -por la E.S.O.- aquello de “Mater tua mala burra est” o “filis putarum”, que decíamos en el instituto; sin saber qué hacer, si ir a devolver el X7 al concesionario o buscarnos una bici ecológica y baratita, por aquello del calentamiento global y la crisis del barril de crudo. Decía Antonio Burgos en su columna magistral de la semana pasada que si tenía que ser tildado de facha por pensar lo que pensaba, pues que lo fuera. Y nos han convertido de repente a todos en fachas al leer la prensa de la mañana con un golpe de magia tan efectista que ni David Copperfield. Si por pensar que esto de la limitación de la velocidad es una hez bovina soy un facha, pues lo debo ser, dirán muchos remedando a Burgos.
La cosa es que entiendo la motivación, que seguramente encierra otras cuestiones graves que no traslucen como la obsesión del Gobierno por no verse obligado a aceptar los fondos de ayuda, tal que Irlanda y Portugal, al saber que eso sería ya la puntilla electoral, tan temida, tan cercana. Rubaltián y Sebascaba cogen el toro por las hojas, el rábano por los cuernos y nos hacen ahorrar porque ellos lo valen. Y yo se lo agradezco. Y se lo agradecería más si limpiasen sus ministerios de cargos de confianza (eufemismo de otros términos más querellables). Y si evitaran el mísero gasto de 250.000 € en pegatinas para las señales verticales de tráfico que engordarán la cuenta de alguna empresa a la que habría que ir siguiendo la pista desde ya. Y también comprendería que prohibiesen la venta de tabaco en España para evitar el coste a la Sanidad pública de los enfermos de cáncer por tabaquismo activo y pasivo, que eso sí que es un ahorro. Pero bueno, dirán, ya te has retratado. Eso es de fachas. Como Burgos. Pues lo seré.
Enrique Montiel de Arnáiz
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